El pueblo de uno de los protagonistas de la novela.
Casarabonela es un pueblo de casas blancas en calles que serpentean en cuesta, un lugar que aún hoy día conserva el color y el sabor de los pueblos blancos... Así lo define su Ayuntamiento, y no miente.
Miguel Montes es un enamorado de su pueblo, y aunque su vida allí nunca fue fácil, no puede dejar de recordar con cariño su pueblo y los montes que lo rodean.
Extracto de la novela:
"En las noches de primavera y verano, cuando todo el pueblo olía a jazmín, ninguno de los dos podía dormir, Miguel merodeaba la casa de Teresa y ella lo intuía, pero no se acercaron el uno al otro. La vez que más cerca habían estado fue en la última fiesta de los Rondeles que pasó en el pueblo antes de irse al ejército. Ella llevaba un capacho con aceite, al igual que su padre y todos los demás molineros del pueblo. Acompañaban a la virgen con los cestos ardiendo durante todo el recorrido..."
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